En mi corazon

[b]Holaa! bueno esto es un relato corto, de dos capitulos, para que me digais si quereis que cuente toda la historia.
Bueno un besooo!
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Recuerdo el primer beso que me diste. Fue un suspiro. Conseguiste despertar en mi unos sentimientos que creí muertos. El simple roce de tu mano me volvía loco. Aun no entiendo que viste en mí. Siempre solías decirme en broma “no sabes la suerte que tienes de que te quiera”. Te equivocabas. Sabía de sobra que era la persona mas afortunada del mundo. Esas noches que no tenían fin...aun saboreo tu recuerdo. Cuando me despertaba y te veía de espaldas a mi, con el pelo sobre tu cara.
Nunca podré olvidar el día en que te conocí. Ese día en el supermercado que me quitaste mis galletas. Me las robaste, y en ese momento me robaste otra cosa y no me di cuenta.
-Veras, soy mujer, necesito crecer y alimentarme-respondiste.
No pude ni responder. Me encontraba perdido en tu alegre mirada, en tu sonrisa...Quien habría dicho que iba a acabar tan mal. Si en ese momento me hubiesen dicho que iba a pasar noches sin dormir por ti, me hubiera reído.
Al volver a Alemania, pensé que simplemente me había obsesionado contigo, ya que iba cada día al supermercado. Decidí olvidarte, pensando que seria lo mejor. Y de repente, ahí estabas. Con tus amigas, riéndote, sacándote fotos, y pronunciando mal el alemán. No pude evitarlo, y sonreí. Al verte tan feliz, pensé que te quería solo para mi. Lo se, fue un pensamiento egoísta, pero así fue. Me acerque a ti, y me miraste sin reconocerme.
-En Alemania no venden esas galletas-te dije.
Me miraste extrañada, pero caíste en la cuenta.
-Puede que si, nadie sabe que es lo que te puedes encontrar.
-Pero yo conozco la ciudad, se lo que venden-respondí.
-La vida es puro azar. No puedes calcular tu futuro.
Te sonreí. Y tu también te diste cuenta. Algo estaba surgiendo. Decidí invitaros a todas a una gala a la que estaba invitado, y que acudía con mi hermano.
-¿Qué te ocurre con esa chica?-pregunto mi hermano en la gala.
-No lo se, pero hay algo en mi que tira hacia ella.
-Igual es tu media naranja.
Yo siempre había mantenido un debate interior sobre eso. La gente iba buscando a su media naranja, es decir, a alguien igual que ellos. Pero entonces, ¿qué era eso de que los polos opuestos se atraen? Yo tenía muy claro mi concepto del amor. Creía en el, y se basaba no solo en la confianza y el respeto mutuo, sino en algo mas allá de lo pasional. Algo entre lo de Heathcliff y Catherine, y Romeo y Julieta. Sabia de sobra que en ambas obras el final era trágico, igual que mi propia historia, titulada “Bill y Sonia”.
Y en ese instante, te vi entrar. No me fije en tus amigas, solo tenia ojos para ti. Llevabas ese vestido rojo que aun conservo en mi armario y que te ponías incontables veces. Con un escote triangular, que te dejaba toda la espalda al descubierto. Llevabas un moño alto, y los ojos levemente pintados. No necesitabas mas maquillaje.
Me acerque a ti, hasta que nos quedamos cara a cara. Me sonreíste y te tome de la mano.
-Estas espléndida-susurre.
-Lo dices por ser educado.
-No-negué sonriendo-lo digo porque me lo pareciste desde el primer momento en el que te conocí.
Y ahí fue cuando depositaste tus labios suavemente sobre los míos. Cuando por fin roce tu piel. En ese momento todo a mi alrededor desapareció. Solo estábamos tu y yo.